Tigre blanco: mentira y verdad de una criatura fascinante

Últimamente se habla mucho -por parte de grupos interesados- de los derechos de los animales, del supuesto maltrato de los mismos en circos, zoos, acuarios, espectáculos o sector audiovisual, dando la mayoría de las veces una imagen conscientemente distorsionada de la realidad y el medio-ambiente para así convencer al ciudadano -neófito de estos temas en muchos casos- de la veracidad de esos maltratos. La realidad, la auténtica realidad, es muy distinta. Un ejemplo de ello, son los animales criados en cautividad, a los que constante e intencionadamente se clasifica como «esclavos» o «encarcelados» contra-natura (la adjetivación está perfectamente estudiada en una demagógica y populista perversión del lenguaje). Y se cita como ejemplo, últimamente a los tigres. Más concretamente, a los tigres blancos. Arrojemos un poco de luz pues sobre el particular tema de tan hermosos animales.

Macho blanco y hembra tabby adultos.

Los rarísimos tigres blancos no son casos de albinismo, como la mayoría de la gente cree, sino más bien de un leucismo; esto es, de un gen recesivo, que de tarde en tarde hace su aparición en la Naturaleza, y que de alguna manera impide a los pigmentos naturales introducirse en los epitelios cutáneos. No quedan afectados por tanto los ojos (verde-azulados y no rojos) ni otras partes del cuerpo. Son, podría decirse, un fallo de los propios mecanismos de la vida. Un fallo dramático por otro lado pues, lo que a nosotros los humanos nos fascina, al tigre lo condena a muerte en una selva donde el camuflaje es de vital importancia para poder cazar y no morir de hambre. Se puede afirmar con rotundidad que la esperanza de vida en estado silvestre de un tigre blanco emancipado ya de la madre a los tres años, es prácticamente nula. Sólo en cautividad puede llegar a viejo un animal así.

 

Hembra blanca de cinco meses.

La primera foto publicada de un tigre blanco apareció en el Journal of the Bombay Natural History Society en 1921. En ella aparece un tigre blanco capturado en las junglas de Sohagpur por el Maharajá de Rewa en el 1915, y que se mantuvo en los jardines del Maharajá hasta el 1920, cuando murió. En el año 1948 el Maharajá obtuvo otro ejemplar -un cachorro- durante una cacería en la que mató a la madre y desde entonces, subyugado por su belleza, dio orden de que cualquier tigre de ese color que se avistara en toda la India, fuera capturado y liberado dentro de su principado. A día de hoy sólo se encuentran tigres blancos de manera habitual en el Estado de Rewa. Se considera que todos los tigres blancos existentes en la actualidad, de una manera u otra descienden de esos cachorros capturados en los años 1920 y 1948 (más los capturados después de esas fechas) y que posteriormente en algunos zoos occidentales, como el de Cincinnati por ejemplo, consiguieron volver a reproducir fuera ya de la India. La probabilidad de aparición de un tigre blanco de forma natural y silvestre, es de una entre diez mil. Se asegura muchas veces que quien cría tigres (entre ellos blancos) se dedica a una actividad poco ética debido a la fuerte endogamia de los reproductores, lo que ocasiona una corrupción física de los animales. Ciertamente existe un componente endogámico en la reproducción de los tigres blancos… como también existe en el resto de tigres rojos o felinos y animales silvestres criados en cautividad. Hasta las razas puras de perros existentes en la actualidad, son más endogámicas que las llamadas razas mestizas o de origen no controlado. Esto no es nada nuevo. No sólo los tigres blancos pueden sufrir de malformaciones, hipotiroidismo, estrabismo o depresiones del sistema inmunitario, como maliciosamente se quiere hacer creer al gran público. Cualquier tigre rojo, león, puma, pantera o incluso cánido como el lobo, coyote o el perro mismo pueden sufrir igualmente de estas patologías. Que son los tigres blancos más propensos a ellas, pues ciertamente. Pero no son los únicos candidatos. Y en cualquier caso, es el precio a pagar por ser una rareza biológica que únicamente puede sobrevivir en cautividad. Y hay que decir además que no necesariamente se cruzan blancos con blancos, sino también con rojos o con tabbys (que son la mezcla de un rojo y un blanco). Porque claro, no siempre hay un tigre blanco disponible para cruzar con otro igual, ni tampoco es conveniente, precisamente, para evitar dichas endogamias.

Macho blanco de siete años.

También suele ser habitual últimamente el acusar de manera demagógica a los propietarios de zoos y centros de fauna de criar cachorros apartados de sus madres, con una alimentación inadecuada, y privándoles de una enseñanza materna indispensable para el animal de cara a una futura rehabilitación o suelta en la Naturaleza. Como si un animal silvestre, criado en cautividad y fuera de cualquier programa oficial de cría «ex-situ», pudiera soltarse alegremente en el campo, y como si la finalidad de un zoo o centro de fauna, fuera precisamente esa. A este respecto hay que decir que, cada caso evidentemente, es un mundo. Normalmente para que en cautividad los animales disfruten de una adecuada calidad de vida, éstos suelen vivir emparejados o incluso en clanes familiares, si es que la especie en cuestión fuera de hábitos gregarios. Pero claro, a veces, a la hora de la reproducción fallan las cosas, debido a factores tales como la falta de experiencia de los reproductores u otros, y se dan casos en los que no hay más remedio que retirar las crías a las madres para poder salvarles la vida. Normalmente si todo discurre con normalidad, es la propia tigresa la que cría a sus cachorros (convenientemente apartada del macho). Nada hay mejor que la leche materna como alimentación, está claro. Y siempre es mucho mejor también que sea una madre la que saque adelante a sus propios retoños, con lo cual se evitan innumerables sacrificios, desvelos y problemas de todo tipo. Pero cuando eso no es posible, no hay más remedio que criar esos cachorros a golpe de biberón. En general en los zoos, santuarios o centros de fauna los felinos suelen criar sin ayuda del hombre. Además, los grandes gatos, gozan de una elevada tasa reproductiva (monos y leones siempre han sido el mayor excedente de cualquier parque).

Se esgrime a veces también el argumento de que los cachorros son retirados de las madres para que así sean en un futuro más fácilmente manipulables. Otra falsedad: si un reproductor es dócil y manso (como suele ocurrir en numerosos centros) el cachorro aunque sea criado por su madre, será igual de manso pues estará desde muy temprana edad en contacto con el ser humano. Cabría mencionar aquí el caso archiconocido gracias a los medios de comunicación, de un célebre refugio sudafricano de leones, leopardos y hienas, en el cual la mayoría de sus reproductores son dóciles, y por tanto el fruto de los mismos… también.

Otra de las falsedades que de manera populista suele aparecer en los medios de comunicación, es lo que algunos malintencionadamente denominan «control por hambre». Se dice que los zoos y centros de fauna, mantienen hambrientos y famélicos a los felinos, para que así puedan obedecer al hombre de cara a posibles espectáculos, obtención de fotos o rodajes cinematográficos. Como todo el mundo sabe, tigres, leones y leopardos son súper-depredadores que ocasionalmente, tienen al ser humano en su dieta. El hecho de fabular conque alguna persona pudiera tener a una criatura de más de doscientos kilos muerta de hambre para doblegar su voluntad, a riesgo de la propia vida de uno, es algo que nadie con dos dedos de frente puede ni siquiera intentar creer, y que no soporta el más mínimo análisis de la lógica. Pero aún así se dice, por si cuela…

Blanco y rojo de tres meses.

 

En el repetitivo argumentario de quienes constantemente denuncian los supuestos maltratos animales de los distintos parques de nuestro país, no falta tampoco el recurrente tema de la mala alimentación o de las amputaciones quirúrgicas. En lo referente al primer punto, se repite una y otra vez que los grandes felinos en cautividad sólo comen pollo de baja calidad, lo cual es absolutamente incierto. Ningún parque del Mundo occidental, serio, responsable, y con un equipo de nutricionistas y veterinarios al cargo, arriesgaría la vida y salud de animales tan preciados como un tigre blanco, proporcionándoles una carne inadecuada. En la dieta de estos animales siempre entra una mezcla de carnes (pollo, vacuno, ovino, caprino, porcino e incluso equino) que en ocasiones se da picada, en trozos magros, y algunos días a la semana en piezas enteras para que los animales ejerciten su musculatura y mandíbulas. Y se complementan estas dietas con suplementos vitamínicos y nutricionales para suplir cualquier posible carencia. Esgrimir el bajo coste monetario de la carne de pollo contra otras más caras, es no conocer la realidad de los zoos, refugios y centros de fauna y mucho menos, la de sus cocinas. Pero como dice el refrán, «difama que algo queda».

Sobre el tema de las amputaciones en felinos rayados sobran también cualquier tipo de comentarios cuando, una y otra vez, los propietarios de esos tigres se afanan por mostrar a los medios animales con sus uñas y colmillos intactos. Los parques zoológicos, circos o centros de fauna son empresas, no ONG’s, y están para ganar dinero, no para perderlo. Y una operación quirúrgica como una desungulación de uñas o extracción de colmillos, es una intervención carísima y no exenta de riesgos. Aparte de ilegal en muchas zonas, claro. Nadie en su sano juicio arriesgaría la vida valiosísima de un tigre blanco en una operación de este tipo. No se puede acusar a los profesionales de ahorrarse dinero comprando sólo carne de pollo, y luego intentar convencer de que derrochan dinero y riesgos en operaciones quirúrgicas costosísimas amén de peligrosas. Esto es algo contradictorio, y que tampoco soporta el filtro de un análisis elemental.

A pesar de todo lo anteriormente expuesto, los grupos interesados en la extinción de los zoos, acuarios y centros de fauna seguirán a lo suyo, que es el vertido de mentiras o medias verdades sobre la realidad cotidiana de dichas empresas (amparados siempre en supuestos y anónimos asesores veterinarios de su mismo credo), y, los afectados, que ni en sueños dispondrán nunca del exagerado y bien remunerado tiempo libre de sus atacantes (pues de sol a sol tienen que invertirlo en el cuidado de sus animales) seguirán soportando estoicamente tamaño cúmulo de injurias y calumnias. Y como los medios siempre estarán del lado de quien les paga (y además quien calla otorga), pues al final la ciudadanía siempre acabará por creer a aquellos que hacen del altruismo su bandera, y cuyo único objetivo no es otro que vivir a costa del dinero de los demás. El mundo al revés, vamos…