Artán

La historia de Artán, nuestra garduña (Martes foina), es una historia de superación, adaptación, valentía y supervivencia.

Hace años, recibimos una llamada de las autoridades de la localidad de Pastrana, solicitándonos ayuda para visitar la casa de un particular, que horas antes, había dado aviso de tener una garduña en su domicilio, a la que había recogido en la cuneta de la carretera a la entrada del pueblo.

Este particular vio que el animal seguía con vida, aunque gravemente herido, ya que no tuvo dificultad a la hora de cogerle y trasladarlo a su domicilio. Seguidamente llamó a las autoridades pertinentes para recibir indicaciones de cómo proceder.

 

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Patrana – Imagen de Wikipedia

Viajamos a Pastrana.

Al llegar a la casa del particular nos topamos con la primera dificultad ¡La garduña se había escapado!. Con la mejor de las intenciones fueron a ponerle agua en un pequeño recipiente y con la rapidez que caracteriza a estos animales se escabulló en un abrir y cerrar de ojos, bajo la sorpresa de la persona que minutos antes creyó al animal prácticamente muerto. Esto por un lado eran buenas noticias, significaba que el animal tenía fuerza y  probablemente lo único que tendríamos que hacer, era soltarle de nuevo en pleno bosque.

Lo buscamos por toda la casa y finalmente conseguimos localizarle en uno de los baños. Pero aquí se presentó la segunda dificultad. La garduña se había colado por un pequeño hueco de la bañera y era imposible llegar hasta ella…

Pasamos horas y horas intentándolo, hasta que decidimos colocar una jaula trampa y darle tiempo para que por sí sola se confiara y saliera de su escondite.

 

unnamedDos días pasaron hasta que por fin conseguimos verle por primera vez. Y entonces… Llegó la tercera dificultad. Al observarle vimos que tenía un fuerte golpe en la cabeza que afectaba principalmente a su mandíbula.

Le trasladamos rápidamente a nuestro centro, donde uno de nuestros veterinarios pudo examinarle en profundidad. La mandíbula inferior estaba fracturada y había perdido dos colmillos y varias muelas, probablemente a causa de un atropello. Esto rompía los planes de su reintroducción ya que las garduñas, en libertad, pueden alimentarse de liebres, conejos, pájaros, huevos, ardillas, ratones, topillos, algún reptil… Incluso ocasionalmente pueden llegar a cazar corcinos. En su dieta incluyen también frutos, pero no es la base principal de su supervivencia… Y con el pronóstico que se preveía, eso le iba a resultar totalmente imposible.

El proceso de recuperación fue larguísimo, Artán, como decidimos llamarle después de comprobar que se trataba de un macho, no podía masticar o trocear ni siquiera la blanda pechuga. Le alimentamos con papillas durante mucho tiempo e incluso conseguimos que pudiera comer distintos tipos de carne… Pero siempre, machacada.

Después de más de 10 años, a día de hoy, aún que el dolor ya desapareció, su mandíbula nunca ha llegado a tener fuerza y su falta de piezas dentales le siguen dificultando la alimentación, además de las fatigas y gasto de energía a causa de su avanzada edad. Pero para eso nos tiene y tendrá siempre a nosotros, preparando cada día su ración cuidadosamente machacada, a nuestro abuelito, que esperamos siga a nuestro lado mucho tiempo.

 

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Y para terminar debéis saber que no sólo fue la parte física la que necesitó mucho tiempo, también la parte inmaterial, la confianza, la seguridad… Siempre supimos que este punto nos llevaría aún más tiempo, pero a diferencia del físico, este si era 100% recuperable.

 

 

 

Con calma, paciencia y trabajo diario, esa garduña salvaje, totalmente esquiva con el ser humano que ya formaba parte de la familia, empezó a buscarnos, olvidó su miedo y conseguimos que su confianza en nosotros fuera plena. Hasta el punto de comer de nuestra mano sin temor e incluso seguirnos por voluntad propia y totalmente suelto por el campo, por los bosques, que una vez, fueron su hogar…

 

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La mortalidad ocasionada por atropellos, es una amenaza importante para las poblaciones de garduñas en el norte de Europa y la Península Ibérica. La mayoría de los individuos atropellados son adultos, pero los juveniles muestran una alta vulnerabilidad al ser atropellados en el periodo de dispersión.