Historia de Noah: crónica de una resurrección

Era un Domingo de Invierno, el más frío del año. Había nevado la víspera. Sobre el suelo, medio metro de blanquísima nieve. Sabíamos que esa noche tenía que nacer, como siempre nacen los de su estirpe: de noche. Lo que no imaginábamos, es que además olería a muerte. Ésta que me apresto a contar, es la historia de un hecho increíble, sorprendente, acerca de las ganas de vivir, el afán de supervivencia y la inigualable nobleza de toda una raza animal. Esta es… la historia de Noah.

Noah el día de su primer cumpleaños.

Noah es una conocidísima tigresa nacida en España. Su padre, el progenitor de tan asombrosa criatura era y es Shere-Khan, un tigre siberiano de trescientos kilos, rescatado junto a su hermana hace veintitres años por nosotros de un circo a las pocas semanas de vida. Junto a ambos felinos, recuperamos también un perro amastinado de capa tigrina al que pusimos el nombre de Thor. El can, como era mayor que ambos gatos, se erigió en jefe de familia. Y así se mantuvo la jerarquía, incluso cuando los tigres se hicieron adultos. Tanto era así que el Thor, mandaba en aquella instalación de tres almas como emperador supremo: comía el primero, ponía orden e incluso, ejercía su autoridad robándoles cuando lo creía oportuno, la comida a ambos felinos. Y ojito conque entraras allí, y le gritaras o levantaras la mano al perro porque entonces, los dos gigantescos gatos, literalmente te comían.

Pasaron los años y, de pura ancianidad, nuestro Thor acabó muriendo. Los tigres lo velaron largamente y honraron con respeto su memoria, en un duelo de tristeza e inanición que casi acaba con ellos. Finalmente, el correr del tiempo hizo su trabajo y, ambos felinos, acabaron recuperando el temple y buen ánimo.

Muestra divulgativa en el parque Faunia.

A los cinco años de la muerte del can, la parca vino también a hacer acto de presencia en la vida de Latoya, la hembra, dejando a Shere-Khan sumido en la más absoluta soledad. Nos tenía a nosotros, sí, pero el dolor de haber perdido también a su hermana, fue un mazazo tremendo y sumamente cruel para el animal. La tristeza se veía en sus ojos cada día, y es que te rompía el corazón.

Quiso el destino que Serafín, un amigo que regentaba en la localidad de Benidorm un centro de rescate de grandes felinos, tuviera que echar el cierre a su instalación por falta de recursos. Y nos llamó, para ver si nos podíamos hacer cargo de sus animales. Así fue como Melody (una tigresa bengalí de truculenta y célebre historia) llegó a nuestras vidas junto también a una hembra de jaguar, una de tigre blanco, y una pantera negra con su cachorro ya adulto. Como corresponde hicimos la presentación de Melody a Shere-Khan y, aunque al principio nada quiso saber de ella, el roce -junto a unos cautivadores ojos verdes, por qué no decirlo-, acabó haciendo el cariño. Melody venía de Marbella. Concretamente, del jardín particular de Juan Antonio Roca, principal encausado judicial en el archiconocido Caso Malaya. Era adulta ya en el momento en que nosotros la aceptamos en nuestra familia y, aunque nunca había criado -debido a que jamás conociera macho-, nosotros pensamos que podría ser la pareja ideal para Shere-Khan y que además, sería una excelente madre en el caso de que nuestro rayado campeón de ojos miel, se animara a perpetuar su linaje.

Hermanos de leche: Noah y Yara (lince boreal)

A los dos años de cariñosa vida conyugal, Melody parió un buen día dos cachorros muertos. Nada pudimos hacer por ellos, salvo lamentarnos amargamente por la desgracia.

Al año siguiente, Melody se volvió a quedar preñada de Shere-Khan que, una vez más y con casi veinte años a cuestas, siguió dejando su apellido bien alto. Nosotros, atentos a todo el proceso, y bien alerta debido al desgraciado parto anterior, anotábamos puntualmente las fechas para calcular el preciso momento en que Melody pudiera alumbrar

Con su segunda mami en el mejor trono disponible.

El día llegó, y era el más frío de ese Enero del 2012. Medio metro de nieve cubría todo el terreno. Era Domingo pero, nosotros, casualmente, a pesar de ser jornada de descanso, temprano por la mañana estábamos en nuestra finca porque teníamos en esa fecha, que trabajar como responsables que éramos por aquellos días de las exhibiciones y espectáculos del parque Faunia de Madrid. Entramos en el cobertizo donde calculábamos que Melody iría a parir y, allí, encima del frío cemento y no sobre la paja, nos encontramos un nuevo cachorro muerto. La madre se había desentendido totalmente de él, y se encontraba afuera en el parque, jugando sobre la nieve. El cachorro estaba totalmente rígido, congelado, con la lengua cianótica, los ojos cerrados y sin pulsaciones cardíacas. Con resignación cogimos el cuerpo del cachorro entre las manos y, en vez de enterrarlo en ese momento (quizá en un ilusorio suspiro de perdida esperanza), lo pusimos sobre una toalla seca y frente a un calefactor de aire, mientras acabábamos de cargar todo el equipo de trabajo del parque Faunia.

Ruta en todo-terreno: el mejor pasatiempo del Mundo.

Lo de que la vida siempre que puede se abre camino, por muy pocas posibilidades de éxito que tenga en la empresa, es un hecho cierto del que nosotros bien podemos dar fe: acabábamos ya de cargar para irnos a cumplir con nuestro trabajo en Faunia cuando, ante nuestras incrédulas orejas, oímos un gruñido casi inaudible de la zona donde seguía enchufada la estufa. ¡¡¡No nos lo podíamos creer!!! El cachorro, contra todo pronóstico había resucitado y estaba colgado a la vida por un finísimo e invisible cordel. El tigre era una hembra, y su corazón volvía a latir; no sabemos muy bien a día de hoy, todavía, cómo pudo eso ocurrir. Es de suponer que por el calor del aparato que expulsaba aire cálido sobre él, evidentemente, aunque para mí, que fueron las tremendas ganas de vivir del animal y su legendaria fortaleza como especie, las que lo retornaron al mundo de los vivos. Doy fe y lo recuerdo como si fuera hoy, que las lágrimas afloraron por nuestros ojos en incontenible torrente, empujándonos y fundiéndonos en fuertes y emocionados abrazos.

Nada mejor que hacer en Verano.

Noah hoy, está muy cerca de cumplir las cuatro primaveras. No es un tigre del montón: siente adoración por los humanos. Aunque dispone de su propia instalación, a veces duerme en la cama con nosotros, le encanta ver la tele desde el sofá (en especial los dibujos animados), viajar en todo-terreno descapotable, jugar a las carreras de caza y captura con cualquiera del equipo, la carne fresca de vaca y pollo, el puntual baño en el río acompañada de alguno de nosotros, y todas esas cosas que jamás imaginarías que un tigre, por muy doméstico que fuera, acabaría haciendo de buen grado y por puro placer. Noah no es sólo un miembro más de nuestra familia, sino parte intima e inseparable de nuestras existencias.. Ya lo decía Jim Corbett: «El tigre es un caballero de gran corazón y con una valentía sin limites». Y si bien es cierto que, de todos los grandes felinos, el gran gato rayado sea seguramente el que más nobleza destile, yo íntima y personalmente creo que nuestra Noah es así, no sólo porque pertenezca a esa estirpe de rancio abolengo, cual es la de los tigres, sino acaso por los terribles y dramáticos momentos que en sus primeras horas de vida y posteriores, ella tuvo que pasar para vencer a la muerte, volviendo como un milagro al mundo de los vivos. Algo pasó en su alma o en su cerebro, creo yo, que se quedó grabado a fuego en su interior, y que la hizo ser el bello y hermoso animal que hoy es, enamorada como está de todos y cada uno de nosotros.

Toque de elegancia en eventos medio-ambientales.

No es una bonita crónica de ficción, no: es historia real. Noah respira, vive y sueña  día a día con nosotros en Fauna y Acción; comparte nuestras penas o alegrías y miles de personas la conocen, bien en vivo, o por su imagen, que a través del cine y la televisión se ha hecho muy popular ya. Lo que nadie hasta hoy quizá supiera, es que ese magnífico animal que en ocasiones presta su imagen ante una cámara de fotografía o cine, y que tan familiar nos resulta a veces, tuvo que luchar titánicamente contra los elementos hasta ganarse por méritos propios el indiscutible derecho a la vida. Su destino era el de la guadaña, sí, pero se negó a pagar la moneda al barquero de Caronte. Así pues, para todos aquellos que quizá desearan conocer los orígenes de Noah, la tigresa más conocida y famosa del cine y televisión españolas… y también, por qué no decirlo, para quienes sin tener datos o conocimiento acerca de su vida, fabulan a veces en los medios sobre  su hipotética «existencia de triste esclava», quede aquí, negro sobre blanco, el testimonio de su increíble y desconocida historia.